domingo, 3 de febrero de 2002

...Adivina,adivinanza...

Se introducen
las manos en tus senos
quizás con ligereza,
más si con orden y prestancia.

Si bien
es cuidado y elegancia
estrujas y recoges
la exuberante sustancia.

Separas primero
lo más fino
con delicada atención
y vas frotando;
redondos, alargados,
orondos, corpulentos
y prístinos.

Y llegando al final
los más punzantes,
como espadas, escudos y trinchantes.
Adornados de signos
y con rabo
para así manejar mejor su arte.

Qué descanso,
por fin se ha terminado
la montaña de cacharros
bien pringados.
Y las manos repasan
bien tus senos
hasta dejarlos así
dispuestos y elegantes.

Y así día tras día
y no se acaban,
los residuos de placeres
de las mesas,
y se llena y se llena
de esperpentos,
platos sucios, cazerolas,
vasos y cubiertos.

Te nombraré a ti
insigne dama,
reina y señora
de la triunfal cocina.
Y a tus plantas
me inclino, igual señera,
siendo así mi aliada
como sufrida y fuerte
valiente y resignada
la inmóvil fregadera.


ODA
A
LA
FREGADERA.