viernes, 14 de marzo de 2003

Gritos de paz

¿Para qué sirven las guerras?
Sólo para destruir.
¿Para qué sirven las guerras?
Para matar y morir.
Para quedar mutilados
los cuerpos, los corazones
y desgarradas las almas,
y rotas las ilusiones.
¿Dónde vais hombres valientes,
qué ideal estáis buscando?
Si vais muriendo en el frente
y vais muriendo matando.
Ni triunfan los ganadores,
es un horror inhumano,
hay muchas gentes que sufren.
¿Qué es lo que aquí se ha ganado?
¿Por qué los hombres se empeñan
si al final han fracasado?
Si el arma de la palabra
nunca nadie la ha escuchado.
¿Para qué tanta avaricia,
para qué tanto desorden?
Si al final todo se acaba
nunca triunfarán los hombres.
La paz todos exigimos.
La paz todos deseamos.
Callad por siempre las bombas
pues la paz necesitamos.

sábado, 1 de febrero de 2003

Campos de Jumilla


¡Campos de Jumilla,
repletos de soles,
cuajados de viñas!





Porque del norte hasta el sur,
desde el este hasta el oeste,
en los llanos y en las laderas
y en bancales bien labrados,
ondean hermosas cepas,
cepas, identidad de Jumilla,
que al sol y en tierra secana
sus uvas dan el buen vino
entre lo mejor de España.


Cepas que fueron plantadas
a fuerza de pico y brazos,
cepas que son bien cuidadas
por buenas gentes del campo.

Cepas de cuerpos leñosos
preñadas de sentimientos,
que en silencio con sus lloros
abren borrones al viento,
y harán nacer día a día
uva, pámpanos, sarmientos,
que transformarán la viña
cada año en ciclo nuevo.

Sus manos siempre dispuestas
muy atento el labrador,
cuidará de la cosecha
la llevará a su sazón.

Pendiente de noche y día
con muchas horas sin sueño,
muchos días de trabajo,
de esperanza y de ilusión.

¡Viñas de Monastrell de Jumilla
que la vista te recrean,
si te internas por caminos,
si contemplas sus cosechas,
si recorres sus bancales,
si pisoteas sus tierras!

Cepas de cuerpos leñosos
que sufrís las inclemencias
de los azotes del tiempo,
los pedriscos y riadas,
sequías, vientos y heladas,
y las plagas que nos acechan.

Cepas del fuerte secano
de los campos de Jumilla,
cepas de brazos abiertos
que formáis hermosas viñas.

Cepas que fuisteis plantadas
por nuestros antepasados.
Honores siempre a vosotras,
y honores a aquellos hombres
trabajadores y honrados,
que por siempre iréis unidos
y seréis siempre el orgullo
de los campos jumillanos.

¡Malditos zagales!


Aquellos capazos 
secándose al sol,
aquellos capazos
de pleitas de esparto
cubrían aceras
muy bien alineados.

El amo esperaba
garrote en la mano
porque los zagales
salían del colegio
y pícaros iban
saltando y pisando.

Era la batalla
de todos los años
cuando la vendimia
había terminado.

¡Malditos zagales..!
¡Que bordes, que malos..!
También yo me cuento,
no es que éramos malos
es que nos tentaban
secándose al sol
aquellos capazos,
y había que pisarlos.