sábado, 1 de febrero de 2003

¡Malditos zagales!


Aquellos capazos 
secándose al sol,
aquellos capazos
de pleitas de esparto
cubrían aceras
muy bien alineados.

El amo esperaba
garrote en la mano
porque los zagales
salían del colegio
y pícaros iban
saltando y pisando.

Era la batalla
de todos los años
cuando la vendimia
había terminado.

¡Malditos zagales..!
¡Que bordes, que malos..!
También yo me cuento,
no es que éramos malos
es que nos tentaban
secándose al sol
aquellos capazos,
y había que pisarlos.



No hay comentarios:

Publicar un comentario