Pedro Ángel.
Ana.
Francisco José
y Antonio.
Marchasteis a ese lugar
donde infinito es el tiempo
y aquí se quedaron grabados
vuestros sublimes momentos.
Boquillas y cañas callaron,
vibraron acordes bellos,
se vistió el aire de añoranza
y fuerte gritó el silencio.
¡Demasiado amor,
demasiado fuego!
Y la música sigue sonando,
llenando de amor el cielo,
brota de ella la esperanza y
la vida, que es Dios, está en ellos.
jueves, 1 de julio de 2004
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