Leyendo yo el poema
de este anciano jubilado
quisiera tener mí mente
clara, lúcida y serena
y decirle convincente
quizás estés equivocado.
No te sientas marginado
tu bien puedes opinar
y dar consejo acertado
Los viejos sois un tesoro
dejado a la juventud
y en años acumulado.
La mano tú les darás
a esos nietos pequeñitos
y sí los podrás besar
y de cariño y ternura
contagiados quedarán
y no te habrán de olvidar.
Dices de tu hijo y tu nuera
que su cariño es escaso,
los juzgas a tu manera.
Ellos quizás bien quisieran
descubrirte a tí sus almas
y no les deja el trabajo.
Quizás en tu juventud
fuiste pobre y sin fortuna
y nunca pudiste ahorrar.
Que no te importe la cuna
ni aquel mísero jornal
si estás lúcido en tu edad.
Pasaste humillaciones
y años de cortedades
no tuviste diversiones
hiciste lo que hace un padre
llevar el pan a sus hijos
en tiempo de privaciones.
Pasea por el jardín
siempre mirando adelante
y tú no debes llorar
le darás gracias a Dios
por poder con tu callada
poco a poco pasear.
Nunca estorban los viejos
y existe mucha bondad
en el corazón humano;
hay que saberla buscar.
Indaga sólo un poquito
y pronto la encontrarás.
Sigue andando lentamente
echa tu mirada atrás
verás que hermosa es la vida
verás que llena que está
de muchas cosas pequeñas.
¡Cógelas...! y sigue tu caminar.
martes, 10 de diciembre de 1996
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